No todo lo que Brilla es oro

De seguro alguna vez habrán oído el chiste "la riqueza no hace feliz a nadie, pero es mejor llorar en un Ferrari".
Este chiste refleja un profundo apego de la sociedad hacia las riquezas, constantemente vemos personas e incluso iglesias que se han convertido en buscadores oficiales de ese Ferrari, en lugar de buscar al que las da.
Un ejemplo fue el nacimiento del mismo Jesús en un pesebre, quien a pesar de ser Dios, el mesías elegido, en lugar de nacer en un palacio repleto de joyas y estrafalarias riquezas, lo hizo en un humilde pesebre lleno de estiércol y animales de granja.
Si la clave de la felicidad fuese el dinero, Jesús habría tenido la prioridad de hacer ricos a los pobres en la tierra, cosa que no hizo, él decía acumulen riquezas en el cielo, dónde el ladrón y la polilla no las consumirán.
Claramente hablaba de riquezas que van más allá de nuestra limitada comprensión humana, también decía "busquen primero el reino de Dios y su justicia y todo los demás vendrá por añadidura".
Mi sincera recomendación es ignorar apariencias, en mi vida he rechazado ofertas laborales que cualquiera mataría por tenerlas, no por arrogancia ni por falta de coraje, sino porque ellas no alababan a Dios, sino que interrumpían mi tiempo con mi esposa y las actividades de la iglesia.

Para nosotros resulta muy difícil comprender está verdad universal, tratamos de excusarnos confundiendo las bendiciones con la acumulación de dinero, cuestión que desmiente el libro de proverbios cuando dice "la bendición de Dios es la que enriquece y no añade tristeza con ella".

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